Kinga Szpuler
Conclusiones finales
Para el análisis fueron elegidos doce poemas de unos cientos traducidos al polaco por Irena Kuran-Bogucka. Resultó muy difícil escoger sólo algunos títulos y rechazar el resto. A la hora de seleccionarlos, nos guiamos, en primer lugar, por la importancia o popularidad de la obra determinada. Asimismo, una gran ayuda en este proceso fueron los consejos de las hijas de la traductora, Ewa Maria Slaska y Katarzyna Krenz; sus memorias y opiniones en cuanto al trabajo de su madre constituyeron un apoyo inapreciable. Gracias a su amabilidad logramos el acceso a los archivos privados, apuntes y fotografías de su madre.
También buscamos trabajos de otros traductores polacos para poder comparar sus versiones de poemas con las de Bogucka. Ya en este momento llegó la primera reflexión, o sea, no hay tantas traducciones a la lengua polaca como habíamos pensado. Federico García Lorca y Rafael Alberti son los dos poetas españoles más prestigiosos de la generación del 27 pero en Polonia solo hemos podido conocer una parte limitada de sus creaciones. Sobre todo Alberti está bastante desconocido en nuestro país. Por eso, aún más, tenemos que admirar la decisión de Bogucka de haberse tomado un trabajo tan extenso y presentarle al público amplias antologías de ambos poetas. Después de la lectura detallada de los poemas escogidos vale la pena sacar conclusiones más significativas.
El vocabulario en todas las traducciones es muy rico y vasto, pero también congruente, lo notamos a primera vista. En los comentarios de los poemas Bogucka explica que intentaba usar el lenguaje polaco de la época más semejante en cuanto a la forma de expresión, y conscientemente se concentró en el período de la Joven Polonia. La traductora nació en el año 1925, entonces era natural que se inspirara por los grandes poetas polacos como Bolesław Leśmian, Leopold Staff, Julian Tuwim y muchos más que escribieron en aquel tiempo. Bogucka era una persona muy dedicada a la lectura y de forma natural conocía muchas obras suyas.
En cuanto al lenguaje especializado y a las informaciones vinculadas con un específico contexto histórico o cultural, como por ejemplo: la cultura gitana, el flamenco, la corrida, la Guerra Civil o simplemente las biografías de los poetas, Bogucka estudió detalladamente todo lo que podía. Como en polaco faltaba la literatura adecuada, la traductora se servía de libros en inglés, alemán, italiano o ruso y, evidentemente, en español. Su biblioteca causa una gran impresión. Además, Ewa Maria Slaska, su hija, relata que en los tiempos cuando ella estaba estudiando arqueología y tenía un buen acceso a las informaciones históricas, antropológicas y etnográficas, su madre la importunaba con preguntas de todo tipo, sobre todo por la simbología, mitología, costumbres y fiestas de la Península Ibérica. Bogucka, antes de traducir, quería entender varias dimensiones del texto.
En las antologías publicadas por la traductora, pero también en todos su apuntes que pudimos hojear en su casa, se manifiesta una gran laboriosidad y minuciosidad con las que se dedicaba a la poesía. Siempre buscaba la perfección y ningún elemento de sus traducciones fue utilizado por casualidad. Hay que subrayar que al principio Bogucka no estaba segura si alguna editorial querría publicar el fruto de su trabajo.
Destaca la musicalidad de las traducciones polacas que salieron de su pluma. El ritmo y el sonido del poema crean para la traductora un elemento igualmente importante como el contenido de las palabras. Las versiones polacas merecen ser declamadas en voz alta, particularmente los poemas con una estructura estricta (los versos fijos y las rimas) o los poemas que imiten un elemento de naturaleza, como el agua o el viento. Es un placer observar cómo la traductora solucionó tantos problemas lingüísticos.
Irena Kuran-Bogucka podía ponerse muy bien en el lugar del poeta, y por consiguiente, del sujeto lírico. Desde luego, esto procedía de que elegía a los autores conscientemente, ella se guiaba por su razón, corazón y su buen gusto. En general, buscaba autores con los que tenía algo en común. No es una casualidad que tanto Lorca como Alberti, aparte de escribir poemas, se dedicaban también a las artes plásticas. Las traducciones de Bogucka se distinguen de otras por la intensidad alta de los sentimientos y emociones: nostalgia, amor, dolor, miedo, admiración, tristeza, ironía; hay de todo.
La formación artística de Irena Kuran-Bogucka está presente en sus traducciones. Esto se refiere sobre todo a las descripciones de los paisajes, colores, símbolos, imágenes que ciertamente forman parte de cada texto literario. Sin embargo, en cuanto a los poemas la dificultad de la traducción consiste en su forma breve. El traductor tiene que encontrar las palabras más precisas para reproducir las intenciones del autor tal y como la forma del texto. Al leer los poemas traducidos por Bogucka, tenemos la impresión que podía sentir, oír y visualizarse el contenido del poema, y lo más importante, logró compartirlo todo con los lectores polacos.
Por desgracia, después de la primera edición, las antologías poéticas de Federico García Lorca y Rafael Alberti en la traducción de Irena Kuran-Bogucka no han sido reeditadas. Resulta casi imposible comprarlas de segunda mano, son un mirlo blanco en el mercado de los libros. Es una pena, porque merecen ser leídas también por la nueva generación de los aficionados a la poesía. Ojalá vuelvan a publicarse para que podamos deleitarnos en el futuro de las magníficas traducciones de Irena Kuran-Bogucka.
En la casa de traductora; los apuntes privados
Biblioteca privada de Irena Kuran-Bogucka
La foto de Irena Kuran-Bogucka hecha por Dariusz Bogucki