Kinga Szpuler
Rafael Alberti, Fragmentos del poema Toro en el mar, del poemario Entre el clavel y la espada (1939-1940)
Toro en el mar (Elegía sobre un mapa perdido) 1 A aquel país se le venían diciendo 3 Eras jardín de naranjas. 4 Le están dando a este toro (Alberti, 1990: 65) |
Byk na morzu (Elegia o straconej mapie) 1 Tak mówią temu krajowi, 3 Byłeś gajem pomarańczy 4 Wciąż dają temu bykowi (Alberti 1986: 230) |
El ciclo Entre el clavel y la espada es la primera obra escrita por Rafael Alberti en el exilio. El poeta fue forzado a abandonar su país a principios del año 1939. Primero se fue a París y un año más tarde a Buenos Aires en Argentina. Las circunstancias políticas, es decir, la dictadura de Franco, la Guerra Civil y la muerte trágica de Federico García Lorca, le indujeron a desamparar España. Entendemos bien sus motivos: la amargura, el temor y la falta de esperanza. Todo esto lo encontramos en el poemario mencionado. Toro en el mar es una parte del ciclo, contiene 29 fragmentos cortos de diferentes longitudes, escritos en versos libres, que crean un comentario muy crítico sobre España: su pasado, presente y futuro. En este trabajo vamos a analizar tres fragmentos del texto.
Ya el título nos sugiere el tema del poema, es una metáfora en la que se compara España con el toro. Podemos decir que en esta figura retórica se esconde la dominante semántica de la obra. Observamos y juzgamos a España como un ser vivo y consciente, con todas sus ventajas y desventajas. Este es un motivo muy conocido en la cultura española y evidentemente produce una serie de asociaciones; es un animal peligroso, imprevisible y el protagonista de la corrida, una fiesta cruel y llena de sangre.
La primera parte cuenta siete versos, incluso uno en paréntesis. El número de las sílabas varía de siete a doce. El autor constata que España parece un toro, es como un cuero taurino encontrándose en el mar. Es verde y el color simboliza la muerte. El autor cambia el objeto al que se dirige, una vez a los lectores y otra vez a su país. Quizás esté pensando en voz alta y hable con si mismo.
En la parte número tres, vemos solo dos estrofas: una de cuatro y una de dos versos. Alberti se dirige directamente al toro; habla sobre el pasado de España y las turbulencias dramáticas que ocurrieron en el país. Para lograr un efecto más intenso, usa una metáfora muy plástica: “Eras jardín de naranjas./ Huerta de mares abiertos.” Al leerlo nos imaginamos una tierra paradisíaca, tranquila y feliz. Con la imagen contrastan los dos últimos versos del fragmento que describen los cambios en la imagen del país: “Con pólvora te regaron./ Y fuiste toro de fuego.” La simbología es muy clara, o sea, en el país estalló la guerra y él cambió sus rasgos diametralmente.
En el cuarto fragmento hay dos estrofas, de cinco y de cuatro versos. La primera describe el presente de España. En el país sigue la guerra en la que hay muchas víctimas. Una vez más el poeta se sirve de una metáfora horripilante, aunque muy significativa: “Le están dando a este toro/ (…)/ yerbas con sustancia de muertos”. El país está impregnado de sangre de los soldados. En la última estrofa Alberti hace un comentario amargo hacia su patria: “¡Ay, qué mala comida para este toro verde”. Lo que ocurre en España es muy amargo y triste. Sin embargo, el poeta sabe las causas de la situación, las ve en su avidez y soberbia: “para este toro a quien la mar y el cielo/ eran aún pequeños como establo!”
Lo que se hace notar en la traducción polaca es un verso adicional en la primera parte del poema. No conocemos los motivos de esta decisión. Teniendo en cuenta el cuidado, la paciencia y el talento con los que Irena Kuran-Bogucka realizaba su trabajo, tenemos que creer que tenía sus razones. Sin embargo, esto lo podemos definir como un incumplimiento de las reglas de traducción. Por otro lado, tenemos que admitir que la versión polaca, generalmente, da una impresión muy buena.
Al leer el poema en voz alta observamos una mayor regularidad de los versos, es decir, hay más versos octosílabos (en el texto español hay ocho y en polaco catorce). El texto original está escrito en versos libres, por eso no podemos definir cuántas sílabas en la traducción son correctas. Evidentemente, la traductora tiende a la forma más normalizada. Una vez más tenemos que apreciar su capacidad para ponerse en el lugar del sujeto lírico y parafrasear lo escrito con palabras muy afortunadas. Sobre todo los epítetos hacen una buena impresión: “gaj pomarańczy; ogród mórz swobodnych; trawy z ciał martwych wyrosłe; krew żołnierzy, jasna prosta; smutna pasza”. No solo leemos el texto, nos lo imaginamos, vemos las escenas y los paisajes. En la introducción de la antología polaca leemos las palabras de la traductora:
Esta parte presenta la imagen del país atormentado, muriendo, hundiéndose. Presenta todo el terror de la guerra, de los tiempos de los que el poeta aún demasiado se había acordado. Ahora quiere describirlo, salvarlo del olvido, para que se grabe en la memoria de sus compañeros en la miseria, para que llegue a los que no lo habían conocido. (Alberti 1986: 50) [traducción propia]